La perfecta mezcla de vértigo y angustia,
por ponerle nombre a una huevá a la que es imposible
hacerlo, y hasta ridículo intentarlo.
Ella (la huevá inenarrable) instalada entre mis costillas,
pájaros interiores rasgando
una presa. Cordelito
interno conectado a algún lado que siente el tirón y no sabe qué pasa,
una campanilla que suena como en el campo, donde también un cordelito
atado junto al portón. Y qué portón es este, Dios,
por dónde cresta están llamando para que salga
a abrir.
Tratar de convertir en música lo que siento, de componer
a su alrededor para comunicar al menos su perfil,
y ponerle de título “esto no es lo que siento”,
conversación con Magritte, también con Foucault, con Lihn. Y después tratar
de describir esa música y decir
que esto no es en absoluto lo que siento,
no tiene nada que ver,
apenas es un intento de ser la música, y no es la música,
y la música un intento de ser el vértigoangustia. Dos pipas.


(imagen: “los dos misterios”, Magritte 1966)