©2010 Reuters - Marco Fredes, Santiago de Chile

No había vivido una situación así. Lo esperábamos hace años, lo comentábamos cada cierto tiempo, así que al notar que el movimiento crece y dura, lo que pasa por la cabeza es “esto es, llegó el terremoto“.

Eran las 3:34 AM y yo estaba despierto. Empezó como un temblor normal, después de 15 ó 20 segundos me puse de pie y afirmé unas repisas, al fin y al cabo en Chile estamos súper acostumbrados a que tiemble. A los 30 segundos la intensidad se había triplicado y entonces me pareció escuchar que todos pensábamos al mismo tiempo: terremoto. Se empezaron a escuchar unos pocos gritos y movimiento de los vecinos saliendo a los pasillos y bajando al patio. Mientras caminaba para ponerme bajo la puerta, la luz se volvió intermitente y luego se apagó todo y comenzó un verdadero rugido. Afirmado en el dintel con la puerta abierta no vi pasar a nadie más, ya estaban casi todos abajo y la huevá se empezó a mover en serio. Mi vecina de al lado con su hijo habían salido en pijama y se habían quedado afuera, así que compartimos la zona segura de mi puerta y esperamos contemplando cómo se movía todo y oyendo el rugido de edificio y quebrazones varias. Después de 2 minutos y medio en total uno se pregunta si la huevá se va a acabar en el corto plazo o hay que proceder a otras reacciones. Duró todavía 30 segundos más después de éso. En general pensaba en que el edificio tiene como 50 años, un par de terremotos encima, y no le va a pasar nada, “57 años” -me corrigió la vecina.

Cuando paró el movimiento le dije a los vecinos que pasaran y se quedaran en el living mientras llegaba el marido para que pudieran entrar. Vine a mi pieza y los muebles habían tratado de seguirme hacia la puerta. Todo en el suelo, “menos mal que tenía la guitarra en su caja”. Me vestí sobre el pijama y agarré el computador y una linterna y volví al living. Después que se fueron los vecinos, abrigados por mi poncho que espero me devuelvan pronto. Agarré documentos, plata y algunas cosas importantes en un bolso chico y bajé y empecé a llamar a mi mamá y a la Ber. Casi todos los vecinos estaban en los patios, escuchando radio, conversando. Un geek con un mac en la mano buscando una red inalámbrica. Yo recorrí los patios, fui afuera, apagué la luz del interior de mi auto que se me había quedado prendida. Mientras volvía a mi departamento me pude comunicar con la casa de la Ber; me contestó su mamá: “Fue impresionante, mucho peor que cualquier otro. Yo soy súper tranquila, pero ahora me puse a gritar como loca”. Hablé con la Ber y estaban todos bien.

Una vez arriba recorrí el departamento a la luz de la linterna, encontré unas cuantas grietas menores y en la cocina cerámicas del alféizar de la ventana se reventaron con la presión. Ni un vidrio quebrado (todas las ventanas un poco abiertas), ni una taza en el suelo. En el baño un poco de agua en el suelo: era lo que había caído del estanque por el bamboleo. Logré comunicarme con mi familia en casa y estaba todo bien, mi madre muy nerviosa pero todos bien y bastante tranquilos. Me puse a escuchar la radio Cooperativa en el celular: una vez más Sergio Campos relataba la historia de Chile en vivo y desde el lugar de los hechos.

Eran las 4:45, epicentro cerca de Concepción, confirmados al menos 2 muertos en Santiago, uno de ellos de un infarto por la impresión. Los locutores en el estudio de Cooperativa con sus hijos comentaban datos estremecedores, como que se había caído el campanario de la iglesia de la Divina Providencia y que estaba botado en Providencia con Manuel Montt. Cerca de las 5:00 AM ya había llegado la presidenta Bachelet a la ONEMI, hasta el momento había 5 muertos confirmados en la región del Maule y uno más en la región del Bío-Bío. Llamados a la tranquilidad, desestimados los riesgos de un Tsunami: claro, ya había quedado la cagada en Juan Fernandez y en Talcahuano. Me eché en el sillón enchufado a la radio, sin electricidad, cerré llaves de paso de agua y gas, y descansé un rato esperando las réplicas más severas. Después me vine a acostar, al final me dormí como a las 08:30 AM, y desperté una hora después.

Con la luz del día vi que estaba todo bien. Todas las grietas del depto eran viejas cicatrices de anteriores batallas. Aún sin electricidad me puse a ordenar. No perdí nada. Un poco antes del mediodía ya tenía todo limpio, me duché y me fui en bici al lab.

©2010 Reuters - Marco Fredes, Santiago de Chile

La universidad tenía pocos daños exteriores. El edificio del decanato de Ciencias Biológicas tiene ladrillos bajo las ventanas: se cayeron la mitad. Menos mal que no fue de día el terremoto, se desprendieron grandes trozos de cemento de los muros que rodean la escalera a mi laboratorio. El escritorio de recepción frente a la puerta del decanato tenía un pedazo menos por la caída de un bloque de cemento. En la Unidad de Neurobiología unas cuantas cosas caídas, miré por los vidrios de las puertas de los laboratorios y eran un mar de vidrios quebrados. Lo primero que ví fue la sala de computadores, donde las cañerías que pasan por el techo habían cedido y estaba todo inundado. Alguien había sacado los computadores. Puse diarios para frenar un poco el agua. En el lab solamente se cayó un termómetro de adorno y una botellita. Todo bien, aproveché de asegurar muebles, puertas y botellas con cinta de embalaje. En la sala de cultivos todo bien, limpié y sequé un poco las estufas y les puse agua limpia. Miré mis neuronas al microscopio y estaban bien. Escribí un reporte a todos los labmates y me volví a la casa.

Todo cerrado en los alrededores de mi casa, salvo bombas de bencina y un par de restaurantes. Tras saber de muchos amigos y familiares, como a las 21:00 fui donde la Ber, todo cerrado en el camino. Vimos noticias y me contaron sus aventuras. Al llegar a mi departamento de vuelta en la noche los muertos ya superaban los 300. En Conce está bastante la cagá, pero Talca y Curicó si que se fueron al suelo. Lo más impresionante son los edificios nuevos (5 años) que se están cayendo en Maipú, obras de Mujica & Gonzalez y uno en Concepción que se hizo bolsa, obra de Socovil: constructoras de mierda que deberán responder pronto. Ayer oí a Pepe Roa comentar que las constructoras son responsables por 10 años, así que ojo. Los testimonios son brutales y las fotos son elocuentes reflejando el daño que hay en las carreteras, puentes caídos, gente que lo ha perdido todo, que aún está sin electricidad ni agua. El mejor resumen está en este blog fotográfico, The Big Picture en Boston.com.

Dormimos acunados por réplicas que van en promedio entre los 3 y 6 grados. Lentamente vuelve todo a la normalidad, las clases se retrasaron para el 8 de marzo, empezamos a tener una imagen más completa de los daños y el estado de los amigos y seres queridos. Viene un tiempo de reconstrucción. La presidenta Bachelet lo dijo con mucha claridad: ¡Fuerza Chile!

Nota: Mi hermano, tías y primos que están en Brasil, ojalá puedan leer este post para que estén tranquilos. Me consta que toda nuestra familia está bien.