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Mi madre lo define como “autóctono” y novia-Ber lo imita con voz de vieja con enfisema. Yo lo encuentro siútico, pero ninguna de esas tres cosas son las razones por las cuales ultimamente discrepo y soy tan crítico con Pato Navia. Esta cuestión no es personal.

A propos del e-mail a Piñera y su tensionada adhesión a la concertación, cambiada a favor de ME-O y ahora ofrecida a SP, pienso que:

1. No es enteramente su culpa. A la mayoría de las personas que por su trabajo tienen que dirigirse permanentemente a las masas (independiente de si las masas están ahí para escucharlos) les ocurre que se empiezan a vaciar y se vuelven torpes con los argumentos, superficiales y tincados en los análisis, o tropiezan con la fantasía de que lo que ellos piensan es lo que opina la mayoría. Me cansaría de citar periodistas que de pronto se secan. De un tiempo a esta parte sus columnas se volvieron una especie de diario de vida que me agota (no solamente leerlas: saber que están ahí, que alguien las leerá y nos agotaremos).

2. Conozco unos cuantos cientistas políticos y me he formado la idea de que su educación los hace definir tempranamente ciertos valores e ideas sobre el Estado con las que comulgan. Me cuesta creer en un camino tan transformista como el de Navia. El Estado es subsidiario o no lo es, es grande o es chico, los temas se discuten o no se discuten, se es progresista o consevador. NO las dos cosas. No puede ser que simplemente se olvide de lo que creía y quería, para rendirse a “un buen capitán”. Sugiero que siempre ha creído solamente en sí mismo.

3. El límite entre el analista y el líder de opinión es inmensamente claro. Se es analista con la cabeza, de astuto, de original, de adelantado, de bien formado en una buena academia. El buen analista es más rápido y está más informado que el resto y puede comentar con sagacidad. Es puro mérito. El líder de opinión en cambio ha hecho lo suyo pero goza del beneplácito del público, la gente lo sigue espontáneamente. El líder de opinión está investido por las masas, no hay nada que pueda estudiar o preparar para serlo, no tiene como asegurarse la permanencia en ese sitial, así que se mueve con humildad y se debe a sus seguidores. Navia tiene con qué ser analista, mal que mal ahí tiene su diploma de PhD de NYU; pero prefiere ser líder de opinión. Quiere serlo, se hace propaganda, tiene una página personal llamada “referente”. Pero no lo es. ¿Qué me importa a mí que vaya a votar por Piñera?.

4. Apenas empezada la transición emigró a Chicago, no se le conoce pasado político fuera de la academia. Parece más parte de la farándula académica que de los grandes pensadores universitarios. Su único vínculo con la concertación son asesorías electorales por las que le pagaron. ¿Votaba por la concertación?. Claro: simpatías personales y confianzas laborales. Después aparece ME-O y además de simpatías personales hay una posibilidad de escalar con él, de permitirse ser más liberal y tener más influencia. ME-O es pescado chico, perfecto para otro pescado chico. Navia podría ser el Tironi de ME-O.
Pierde ME-O y Navia se pliega al Piñerismo. ¿Qué implica?, de partida que nunca estuvo en la misma vereda política que Enríquez-Ominami. Navia no es de izquierda, nunca lo ha sido. Es un snob con tendencias liberales y mucha hambre de influencia. Piñera es su nueva oportunidad de trabajar haciendo asesorías para el gobierno, no importa quién sea.

5. ¿Por qué me tomo la molestia de escribir esto? Porque las elecciones me tienen tenso y estoy francamente harto de que estos personajes que trabajan encima de la política pretendan hablar de ella desde dentro. (Patricio, la política es tu mesón de trabajo, no tu casa.)
¿Y por qué me molesta tanto? Porque casos como el de este comentarista hacen creer que uno puede moverse de lado a lado sin consecuencias, como si la política dependiera del “capitán y no de la tripulación”…o de la carta de navegación! Como si la política dependiera puramente de simpatías personales y buena fe de los votantes.

Amigos míos, NO ES ASÍ. Esto depende de ideas, de opciones, de criterios de gobierno.
No es que me gusten los de Frei, no se trata de eso. Se trata del peligro de instalar la idea de que uno puede andar saltando de partido en partido por pura simpatía o talento del candidato de turno.

6. Navia le pide de manera puramente cosmética unas pocas cosas a Piñera que Piñera jamás haría. Implicaría pelearse con la UDI, farrearse esta oportunidad, quedarse sin parlamentarios para sacar adelante la agenda. ¿Piñera le dijo que no se preocupara?. Le debe haber dicho lo mismo a la Evelyn Matthei y Navia lo sabe, solo aprovecha la cuña para hacer su movida. A Piñera no le importa Navia, pero sabe que suma. A Navia le importa Piñera.

Hay varios que en efecto consideran a Navia un referente, sagaz y lúcido.
No sé de dónde sacan semejante cariño.