(he recibido esto de sietecrisantemos: “(…)El primer jugador de este juego inicia su mensaje con el título “5 extraños hábitos tuyos”. Las personas que son invitadas a escribir un mensaje en su respectivo blog a propósito de sus extraños hábitos, deben también indicar claramente este reglamento. Al final, debes escoger 5 nuevas personas y añadir el link de su blog o diario web. No olvides dejar un comentario en su blog o diario web diciendo “Has sido elegido” y dices que lean el tuyo (…)”)
He hecho mis averiguaciones y este juego aún no abarca todo el mundo. Al menos no todos los idiomas. Lo he leído en español e inglés, pero no he encontrado versiones en francés o alemán. No he buscado más, disculpen mi poca rigurosidad. En todo caso, la mayor parte de la humanidad habla estos dos idiomas, y la mayor parte de las páginas web -incluso en países germanoparlantes o francófonos- están en inglés, así que no es poco. Bueno, aquí implícitas ya están dos de mis manías horribles, lo de las averiguaciones y no poder quedarse tranquilo sin saber, qué es esto, de dónde viene, quién lo inventó. La segunda es el gusto por las palabras interesantes como “francófono”. Es buena. Podría haber dicho que hablan francés, pero no: francófono, superbe. En el fondo soy un latero. Vamos con mis 5 idioteces favoritas:

1. los nombres: Cada vez que conozco recién a alguien, busco la primera oportunidad para preguntarle todos sus nombres. Así escojo la mejor manera -o la que más me guste -de llamarlo. Así, por ejemplo, a la gente con la que trabajo la trato a veces por sus dos nombres, a veces por el que menos usa, y a veces por el apellido. A una de ellas cuando la saludo en la mañana es “Claudia Andrea” y por la tarde es “Señora Escudero”. El año pasado hubo una época en que trabajaban en el grupo María Fernanda, María Soledad y María Paulina, lo que hacía muy interesante llamarlas “María”. A mi amiga María José, siempre le he dicho por su apellido (ella me dice por mi segundo nombre) A mi polola escasas veces la trato por su nombre (tenemos decenas de alias para elegir), y si lo hago es “Bernardita Paz”.

2. los cubiertos: Soy absolutamente incapaz de comer con cualquier cubierto. Necesito que no tenga diseño alguno, que pese lo suficiente y que sea en lo posible de metal sólido y de una sola pieza. Por dar un ejemplo, en mi casa hay al menos 7 tipos distintos de cuchara y yo sólo utilizo 2, que son casi idénticos entre sí. Si me ponen de otro, me levanto de la mesa y lo cambio.

3. las burbujas: Exijo que la gente tenga una cantidad de energía razonable antes de interactuar conmigo. Me pone muuuy nervioso conversar con alguien que está cansado y como atontado, o mañoso. En esos casos prefiero irme rápidamente. Necesito que la gente a mi alrededor tenga burbujitas, esté como en ebullición, o como el agua mineral con gas o la soda, con una energía burbujeante que se les arranca por arriba de la cabeza. Si no, lo paso pésimo. Entiéndase bien, usté puede estar cansado, puede estar incluso deprimido, pero no puede estar idiota, no es lo mismo. Lo que pasa es que tengo una mutación que me hace expresar pocos receptores de idiotez, entonces se me saturan muy rápido.

4. la temperatura: Me gustan las bebidas heladísimas. De 4ºC para abajo. Pero como eso es casi imposible, antes de servirme jugo o gaseosa alguna (de preferencia la gaseosa roja, la del imperio transnacional que vistió de rojo a Niklaus) pongo en el vaso todos los hielos que quepan, que usualmente van entre 7 y 9 (dependiendo del tamaño del vaso y de los cubos) Con eso me aseguro de que la temperatura va a ser practicamente 4ºC, que es -como todos saben- la temperatura de equilibrio de la interfase líquido/solido del agua.

5. sendero en el bosque: Cuando conduzco, sigo siempre las mismas rutas. Si voy al oeste, siempre bajo por Av. Grecia. Si voy al este, mi ruta es algo más complicada: subo por Duble Almeyda hasta Santa Julia, doblo hacia el norte y sigo hasta Simón Bolívar por donde continúo subiendo, por ahí llego hasta Vespucio donde otra vez voy al norte, hasta Las Arañas. Por las Arañas llego a Bilbao, y subo por ahí hasta Manquehue o Tomas Moro, dependiendo de mi destino. A veces claro, sigo por Vespucio. No todo es TAN estricto.

Algunas de mis manías más famosas no tienen nada de raras, una cosa puede ser horrible, incómoda, ofensiva y no me importa, pero si una huevá no suena bien la apago o me voy, por ejemplo a los típicos cantantes de micro torturadores los interpelo (solo porque no puedo apagarlos). Llego siempre tarde a todos lados. Podría poner más, estoy lleno de manías ridículas. Pero creo que con esto basta.

Invito a este baile a Pep, B-Berrie, Clio, Antoñita la fantástica y a Trinita.

Ánimo.

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