1. Ha pasado un año y de las >350.000 familias cuyas casas quedaron inhabitables (~220.000 de las cuales necesitarían subsidios del Estado para financiar la reconstrucción), menos de 2.000 tienen sus casa terminadas. Muchos de los edificios abandonados por sus moradores, algunos con daños estructurales no severos sino grotescos, aún no han sido demolidos.

2. Las investigaciones parlamentarias y de contraloría indican que Chile podría haber estado mucho mejor preparado frente a una emergencia como esta. Los teléfonos satelitales disponibles estaban obsoletos, sin plan, y guardados en una bodega. Los sistemas de comunicación por radio fueron insuficientes y estaban en desuso. La tripulación de turno que debía ofrecer helicóptero a las autoridades dormía en casa porque su nueva base estaba en construcción. Los protocolos de ONEMI no se aplicaron o se aplicaron mal. Los marinos de la zona corrieron a salvarse y a socorrer localmente, pero se hicieron eco de información confusa y errónea sobre el tsunami. Alguien en el SHOA recibió la llamada de alerta de la USGS y el sistema de alerta de tsunamis del pacífico, pero manejó mal la información o no supo qué hacer con ella.

3. A pesar de todo, la cultura sísmica operó. Casi todos supieron ponerse a salvo y las poblaciones costeras corrieron a zonas de altura. Varios de los que murieron no estaban en condiciones de reaccionar, desistieron de tomar medidas o volvieron a sus casas por la mala información difundida. A pesar de todo, menos de 200 entre muertos y desaparecidos para un terremoto rankeado entre los 10 más intensos de la historia de la humanidad no está nada de mal. Y podrían haber sido menos, muchos menos.

4. A un año, nuestro sistema de alerta temprana no es mejor. La ONEMI es organizacional e infraestructuralmente idéntica. No hay nuevos programas informativos, educativos o preventivos en curso. Cada vez que hay un temblor fuerte se vuelven a caer todas las líneas de celulares y queda media ciudad incomunicada. Se caen 3 transformadores en Chile central y hay un apagón en 2/3 de Chile, se cae un poste y se quedan sin luz 4 comunas de Santiago.

5. Una diferencia crucial es que hace un año la presidenta Bachelet no daba excusas ni mentía. Cuando sabía explicaba, cuando no sabía investigaba y quedaba el escándalo, cuando había que dar buenas noticias lo hacía con serenidad, cuando había que poner la cara la ponía aunque la bofetada de los medios fuera feroz. Anoche, al cumplirse un año oía al presidente Piñera dar un discurso donde adornaba cifras, ensalzaba como el pueblo estaba fortalecido y declaraba que se había hecho todo lo humanamente posible para ir en ayuda de las víctimas. Las políticas públicas de los años anteriores tenían sentido social y eran administradas por un gobierno lleno de lastres, pituteros y asegurados sin vocación pública. Las políticas públicas de este año son hechas a oscuras y de espaldas a la ciudadanía, son efectistas y operadas por un gobierno lleno de trepadores y patrones de fundo. Esa es una diferencia notoria.

6. La otra diferencia, que es una consecuencia de lo anterior, es la que nos puede salvar la vida en el próximo terremoto. La sociedad chilena se ha vuelto incrédula. Cansada de circos de leopardos, robinsoncrusoes y puertasgiratorias, no esperaría una alerta temprana para salir corriendo. Cuando vuelva a haber un terremoto, agarraremos a nuestros hijos y nos pondremos a salvo, no esperaremos que las instituciones operen. Una vez más agarraremos la mochila con un poco de agua y una chaqueta, y nos iremos a un lugar seguro a escuchar la Cooperativa. Si llega ayuda creeremos, pero mientras tanto no hay razón alguna para creer en las promesas, los avisos y las alertas levantadas de tsunami de un gobierno de ciencia-política ficción. Yo confio más en mis vecinos.

Eso por ahora. Ahí se ven.