Hace días ronda en las noticias, en los papers académicos y hoy  subió al escenario nuevamente la noción de que habrá un próximo terremoto. Y de algún modo es una obviedad porque vivimos asentados sobre una convergencia de placas extremadamente activa, y muchos de hecho, tienen o tenemos nuestras casas justo encima de la zona de subducción.

Figura 1.

Y así es como en septiembre del año pasado y en los últimos días, se han publicado en Nature Geoscience (que debe ser una de las revistas más brígidas en la materia) notables estudios comparando las zonas de bloqueo previas al terremoto con el desplazamiento ocurrido el verano pasado. La idea es usar el terremoto y el suelo chileno para entender nuestra capacidad de predecir y modelar la deformación de la tierra y la ocurrencia de los terremotos.

Estos datos, tan esquivos para el ciudadano de a pie, me han revivido la sensación que tuve el 27 de febrero pasado cuando sentado en este mismo lugar, me puse de pie y pensé “este es el terremoto que estábamos esperando” (eche un vistazo al pasado). ¿Será posible pensar desde ya en el próximo terremoto?, ¿cómo y dónde será?, ¿dónde esperarlo?, ¿cuán fuerte va a ser?.

Pues bien, el primero de los papers estudia el desplazamiento de terreno y lo correlaciona con las zonas de bloqueo que constituyen acumulación de tensión sísmica. Explica un dato muy interesante, posible de visualizar en la figura 1, y que tiene que ver con que algunas de las zonas que se supone habían acumulado más tensión y presentaban los bloqueos más probables de romper no se rompieron. De hecho la zona del epicentro del terremoto, parece haberse movido poco comparado con el desplazamiento que produjo a su alrededor. ¿Cómo es que en medio de la zona terremoteada hay un lugar cuyo desplazamiento neto fue TAN bajo?

El segundo, aborda esta pregunta mirando esos mismos datos y mostrando algunos modelos y análisis diferentes. Afirma que el “gap” sísmico fue llenado solo parcialmente por el terremoto del 2010 (figura 2) y que hay zonas del centro sur de nuestro país en que no se ha liberado la energía acumulada.

Figura 2.

Más aún, sugiere que habría zonas en que la tensión se habría incrementado, elevando la probabilidad de que un evento sísmico grande ocurra en el futuro inmediato. Estas zonas corresponderían fundamentalmente a áreas afectadas por el terremoto de 1928, además de algunas al norte de Concepción (zonas rojas en la figura 2b).

Es decir, lo que indica la prestigiosa publicación en Nature Geoscience es que el próximo terremoto es inminente, que será en el mismo sitio que el del 2010 -quizás un poco más al norte- y que es probable que sea grandote.
Es mejor que espere el terremoto tranquilo, sea precavido y sepa qué hacer llegado el momento. Supongo que en vez de producir terror, puede ser tranquilizador ir por la vida sabiendo que habrá determinado terremoto y no cualquier cataclismo. Mire que para eso sirve la ciencia, ¿no?

Y bueno, siempre habrá un próximo terremoto.
Eso téngalo por seguro.