PARTE A: argumentos y no prejuicios

1. Demasiadas veces lo que comienza como una conversación casual se va cerrando en un debate álgido y polémico. Dos cosas marcan siempre el debate, independiente de su contenido: el hecho de que soy científico y el hecho de que creo en Dios.

2. Se mira con desconfianza lo primero con cierta razón, puesto que buena parte de mi posición comienza en el supuesto de universalidad de la verdad. No porque no desconfíe de la realidad (vaya, sí desconfío), sino porque -inaccesible como es- igual determina una realidad intersubjetiva que tenemos en común. Quiero decir que la esencia de la libertad es que cada uno pondera según una escala propia los datos de la realidad que todos constatamos por igual, no porque sean fijos y únicos, sino porque los constatamos juntos y hablamos de ello, les ponemos nombre y los “fijamos” en el consenso del lenguaje. Lo que hace “verdadero” un relato es que sea verdad para todos.

3. Pero se mira lo segundo (mi cristiandad) con aún mayor desconfianza. Y es cierto que para mí Dios es un dato de la realidad vivida, pero no ando tratando de convencer racionalmente a la gente de mi creencia. Al contrario, cuando discuto incluso algo que se relaciona con mi fe, busco acceder a la misma verdad por medio de la razón, precisamente porque creo en que es verdad y que se puede acceder a ella desde la pura reflexión racional o la investigación, o desde cualquier otro lado. Si lo que indica mi fe es cierto, entonces tendrá que resistir la más aguda disección y ser verdad a todo evento.

4. Sobre todo lo hago porque cuando uno discute, los únicos supuestos sobre los que se puede sostener el debate son aquellos en que haya consenso entre los hablantes. Pido que cuando discuto se juzguen mis argumentos, y no la historia de mi vida ni mis afectos. No podría ser de otro modo. ¿Quiere discutir razones?, juguemos.

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PARTE B: derechos sexuales y reproductivos

5. Lejos el tema en que más se me han dado estas situaciones es al discutir de control de la natalidad, sobre todo en su corriente de “derechos sexuales y reproductivos de la mujer” y en las posiciones en torno al aborto. ¿Por qué?, porque todos creen que el hecho de que yo crea que somos hijos de Dios me inhabilita para pensar, oscurece mi argumentación y establece un prejuicio insalvable. Id est: patrañas.

6. Creo que en el ámbito de los derechos sexuales y reproductivos en primer lugar habría que reconocer que hombres y mujeres los deben tener en forma explícita, en segundo lugar que sus derechos serán distintos puesto que sus roles sexuales y reproductivos lo son, y finalmente, estarán limitados racionalmente como en otros ámbitos del derecho, no por pura inercia conservadora o por progresismo histérico.

7. Sugiero que al preguntarse por las limitaciones/alcances de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, habría que necesariamente abordar las siguientes preguntas (al menos): ¿qué valor fundamental se está protegiendo?, ¿frente a qué se protege este derecho?, ¿dónde este derecho se opone o enfrenta con otros derechos?, ¿quién es el titular de este derecho, quién se beneficia de él y quién tendría la obligación de protegerlo o exigirlo?, ¿qué situaciones contraproducentes o contradictorias con el objetivo de la ley se pudiesen originar y cómo evitarlas?

PARTE C: el ejemplo del control de la natalidad

8. Un caso interesante es el del control de la natalidad, puesto que resulta practicamente indiscutible la importancia de que las familias cuenten con los mecanismos adecuados para planificar el momento y el número de hijos que pueden y desean tener responsablemente. Esto se amplía también a los individuos que al margen de la familia se ponen en situación de procrear (llevan una vida sexual activa), puesto que el derecho de escoger cuándo y cómo comenzar una familia es un derecho anterior a la planificación familiar. Todo esto súperimportante.

9. ¿Qué medios están disponibles para ejercer la planificación?: Conocimiento de fisiología reproductiva, métodos anticonceptivos, métodos anticonceptivos de emergencia, métodos contraceptivos, métodos abortivos y educación sexual integral para entender y orquestar todo lo anterior. ¿Es todo esto igual como derecho?. Jajaja, no… cómo crees.

10. El conocimiento de fisiología reproductiva es básico/mínimo, puesto que solo así se pueden ponderar las implicancias y riesgos de la vida sexual. La educación sexual integral es lo que permite elegir con mayor libertad aquello que ayuda a la situación puntual en que cada individuo se encuentre. Los métodos anticonceptivos regulares y de emergencia ofrecen una solución de salud pública para permitir que la vida sexual activa (y sus humanas dificultades) sea compatible con la planificación responsable de la familia. Los métodos contraceptivos (que evitan el “embarazo”) se hayan en un terreno de indefinición que pudiese toparse gravemente con otros derechos, por razones que abordaré más adelante. El aborto representa el caso más discutible de solución frente a una emergencia, puesto que implica favorecer a un individuo en desmedro de otro, aún cuando para algunos la madre tendría una preeminencia natural derivada de sus vínculos y roles configurados a lo largo de su vida e historia, misma que el feto aún no despliega.

11. El rol de los métodos anticonceptivos regulares y de emergencia es crucial. Es importante que la población sepa con total claridad cuáles son, cómo operan, cuáles son sus ventajas y sus riesgos, de tal manera que puede escoger el mecanismo de planificación más compatible con sus posibilidades económicas, con sus espectativas de procreación y con su salud. Es muy importante que, sobre todo frente al temprano inicio de la vida sexual en este tiempo, se cuente con alternativas de emergencia que ayuden a hacer frente a la eventualidad de no planificación o la situación de una víctima de abuso, siempre y cuando se comprenda muy claramente el estatuto de EMERGENCIA y los riesgos que dichos métodos encierran para la salud.

12. Advierto de inmediato, si usted cree -como yo- que la vida sexual está intrínsecamente unida a una serie de valores afectivos, familiares y sagrados, no tiene para qué enrollarse con métodos que le compliquen la praxis; sin embargo, no hay motivo para que el resto de la sociedad civil se prive de ellos. Podríamos hablar también del rol que juegan los métodos anticonceptivos farmacológicos en la planificación de las familias católicas, cuestión que personalmente no me complica en absoluto, pero supongo que eso podemos dejarlo para otra vez.

13. La posición frente a los métodos contraceptivos (aquellos que interrumpen el devenir del cigoto ya fecundado) es compleja por que dependerá de una serie de supuestos, entre ellos: cuándo comienza la vida, cuándo esa vida puede considerarse humana, qué estatuto de derechos le corresponde al embrión humano en sus diferentes fases. Me atrevería a decir que en este punto las posiciones se polarizan de este modo: si la interrupción del devenir del cigoto se produce en un estadío que pudiésemos definir como “pre-humano” no habría diferencia sustantiva con la anticoncepción, mientras que si dicha interrupción ocurriera sobre el desarrollo de un individuo humano estaríamos hablando de prácticamente lo mismo que al hablar de aborto. Es decir, una tarea prioritaria tendría que ser buscar/establecer el límite contraceptivo donde se separa lo meramente profiláctico de lo explícitamente abortivo.

PARTE D: comienzo de la vida humana

14. ¿Cuándo comienza la vida?… ¿Qué, no te has enterado? La vida ya comenzó. Quiero decir, hace millones de años, y desde entonces la vida no ha sido sino una continuidad de herencia metabólica que ha ido evolucionando hacia una creciente diversidad y adaptación a un amplio espectro de entornos, con una diversificación de la complejidad de los individuos y la aparición de mecanismos de reproducción sexual, como la que hoy nos ocupa. Con esto quiero decir que tus padres estaban vivos (con un poco de suerte, quizás aún lo están), los gametos de tus padres estuvieron vivos y tu vida es continuidad de esa misma vida. Es decir, la pregunta acerca del inicio de la vida está absolutamente fuera de lugar, y quizás lo verdaderamente importante es cuándo pudiésemos decir que la vida que hay en determinado organismo es una VIDA HUMANA. O mejor, en qué momento de TU vida comenzaste a ser humano.

15. El análisis se complica a la hora de definir lo humano, quizás por cercanía. Muchas veces buscamos hacerlo por vía inductiva y pensar en un fenómeno, una propiedad o cualidad que haga a un ser vivo ser humano. Nuestra historia del pensamiento ha concebido la idea en que el “alma humana” entra en su sustrato físico en algún momento, o que el fenómeno mental comienza en determinado momento. Es difícil decir cuándo. La legislación de algunos países ha fijado que un embrión pre-implantatorio no es humano, no sé bien por qué. Otros se han basado en la idea de que la conciencia humana es la cualidad esencial del hombre para fijar en la ley que antes del desarrollo del sistema nervioso un embrión no es humano. Para algunos mientras el niño no ha sido parido no se ha relacionado con el mundo y por lo tanto no es plenamente humano, puesto que lo fundante son las relaciones sociales al modo humano.

16. Sugiero otra aproximación metodológica. ¿Qué NO es humano?. Ok, una casa, una piedra, un perro, un gomero… tantas cosas. Algunas de ellas no están vivas, son fáciles de distinguir. El gomero y el perro, así como las arañas y los champiñones, están vivos; sin embargo, arañas y perros se parecen más a los humanos: los humanos estamos vivos y somos animales. Excelente: ¿qué nos hace diferentes?, ¿qué hace perro al perro, araña a la araña y humano al humano? Son animales los tres, pero de distinta…ESPECIE. Ja, apenas me puedo creer que sea tan simple. Quizás descubra que estaba equivocado, pongamos a prueba esta idea.

17. La diferencia de especie es una distinción biológica, basada en criterios funcionales. Estas diferencias funcionales han surgido como consecuencia de procesos de evolución divergentes y direccionales, por lo tanto no son reversibles, es decir, ningún hombre se convertirá de nuevo en mono, ni tendrá un hijo mono. Esto porque evolucionan entre las especies determinadas barreras reproductivas: incompatibilidad de órganos sexuales, de gametos, o genéticas, de tal suerte que incluso si fuese posible la cópula, la progenie será inviable o en el mejor de los casos estéril.

18. Las diferencias entre especies están dadas por diferencias en el contenido de su material genético que redundan en un severo cambio morfológico o funcional. Dicho de otro modo, la fuente de variación que hace surgir nuevas especies son los cambios (mutaciones) en el contenido (secuencia) de su ADN, aunque eso solamente cobrará importancia si es capaz de modificar la estructura en forma sustantiva, por lo cual incluso grandes mutaciones podrían no producir cambios significativos. Por ejemplo, muchas personas que desarrollan enfermedades como Parkinson o Alzheimer tienen mutaciones en ciertas secciones del genoma, sin que eso ponga en duda su humanidad. Incluso, frente a hombres y mujeres con patologías cromosómicas como el síndrome de Down o Turner, donde hay una diferencia estructural muy severa en su ADN, nadie duda de su condición humana.

19. Un cigoto humano es una célula cuyo programa de expresión génica resulta de la interacción entre el aporte genético de ambos padres. No podría decirse que se trata de un clon de uno ni de otro, sino de una vida con identidad peculiar. Sin duda es un ser vivo, como ya discutimos. Sin duda, además, es al menos una vida individual de especie humana. Nada podría hacer que de ese programa de expresión génica surgiera una ballena, un cocodrilo ni cualquier otra especie. Lo que en ese instante surge es una vida humana desde el absoluto principio hasta que muera, sin importar si eso ocurre al tercer día de gestación o a los 105 años de edad. ¿No le cuesta a usted ver una discontinuidad en el proceso?

PARTE E: continuidad vital, aborto y control poblacional

20. Yo sugiero que hay una continuidad biológica y antropológica ineludible desde el comienzo mismo del desarrollo embrionario de cualquier individuo de especie humana. A lo largo del proceso, el individuo adquiere determinadas capacidades y estructuras fisiológicas o sociales, según progresa su desarrollo: en el vientre materno adquiere pluricelularidad, tubo digestivo, sistema nervioso, morfología homínida, maduración circulatoria; una vez que nace adquiere capacidad ventilatoria, digestiva; luego de unas semanas adquiere visión de campo y profundidad; más tarde el lenguaje, más tarde una maduración completa del sistema nervioso; en la adolescencia adquiere capacidad reproductiva; con la adultez logra madurez emocional, habilidades sociales, educación, cultura, valores; en la ancianidad ha obtenido experiencia y perspectiva de la vida suya y de otros. No parece obvio que la progresiva adquisición de esas cualidades que lo hacen humano hagan una diferencia tan clara y obvia entre etapas que valide la posibilidad de prescindir sin culpa ni cargo de dichos individuos.

21. No entiendo bien cómo es que algunos dan por obvia la diferencia entre matar un embrión de 2 semanas, de 20 semanas, una guagua recién nacida, un niño de 5 años o un adulto. ¿Se trata del rol que cumplen en la sociedad?, ¿de su capacidad de evitar por sus propios medios que se les elimine?, ¿del vínculo afectivo que tienen con otros humanos?, ¿de su tamaño?.

22. Es obvio que las sociedades y las familias han de planificar su crecimiento poblacional en función de sus posibilidades de sostener dignamente a esas personas e incluso en función del mero deseo libre de procrear o no hacerlo. Sin embargo, esto solamente es un control a priori si se trata de métodos de control que impidan la fecundación. Habría que transparentar que cuando hablamos de matar un cigoto, un embrión o un niño, hablamos de esencialmente lo mismo. Convengamos que si hay venia moral para matar a un embrión que carece de lenguaje humano, o de vinculación afectiva y social, entonces también podríamos eliminar a algunos enfermos mentales, ancianos y comatosos. Si lo que queremos es reducir la población a cualquier costo, podríamos empezar por los más pobres que no se puedan defender, para terminar matándonos entre naciones por el espacio que quede disponible.

23. Yo no veo maldad intrínseca en trazar un límite arbitrario a partir del cual se puede eliminar a otros humanos. Pero veo en ello un grave peligro al despliegue de la libertad de todos los seres humanos, como también una afrenta para todos los que consideramos que el respeto por la vida humana funda todo el resto de la estructura moral, cualquiera que sea. Veo muy poca transparencia al tratar de montar un límite artificial que valide este comportamiento dificil de sostener por el puro peso de la decisión. Si detrás de esta falta de transparencia hubiese dolo, entonces sí, el que siembra en una madre la confusión y la duda de abortar hace un mal explícito.

24. No hay duda que la fuerza nos capacita para muchas más cosas que la moral, pero no estoy muy seguro que una madre estuviese bien dispuesta a ejercerla en un aborto en la medida que estuviese consciente de los alcances vitales, de los detalles biológicos y de las consecuencias psicológicas de su acto.

25. Finalmente, discutiendo alguna vez de esto, mi jefa me pasó un libro acerca de un orfanato. Entendí la indirecta. ¿Qué hacemos con los niños abandonados, no deseados, aparentemente destinados a una vida de puro sufrir?. Mi respuesta fue y es que debemos ejercer la misma fuerza con la que condenamos el aborto para acoger las vidas de cada uno de esos niños. Si no nos hacemos activamente cargo de querer a los que nadie quiere, todos estos argumentos no valen nada y son una pura mierda retórica. No se puede amar la vida y dejar que la vida de alguien (la vida encarnada en un sujeto concreto) sea miserable. Digo, no solamente habría que estar de acuerdo en no matar, sino en ayudar a vivir.

¿no les parece?