Yo ya no sé si es suerte
que se me quite la sed con el agua corriente,
suerte que se reflejen los narcisos
en la misma laguna especulada
y finalmente hallada;
quizás es suerte
que floten los cadáveres hinchados
de lo que un pueblo oscuro se escondía,
que la corriente
haga llegar noticias y faroles,
a las profundidades donde un día
serán más ciegos los melanocetos,
y con el viento
hasta se formarán pequeñas olas,
y se liberarán las noctilucas
que llevan secuestradas en sus frentes.