1. Definitivamente las vacaciones son para estar vivo. El aire, el agua, el paisaje. El viento, la temperatura, la humedad. La buena compañía, la claridad cognitiva, los afectos hondos.
2. Cómo hacer para que no haya tanta diferencia entre lo que se vive en las vacaciones y en el resto de la vida. Por qué se nota tanto que no estamos bien, que necesitamos descansar de algo que agobia.
3. Hondo deseo de integrar todos los aspectos de la vida. Para eso, echar raíces afectivas más hondas y quemar las naves de lo protocolar. Ir directamente detrás de lo que atrae como un imán: la conciencia, el lenguaje, el cerebro. Establecer sus derivaciones: el arte, la experiencia, la fe.
4. Casarse, hay que puro casarse. Ya lo digo, las raíces no son vivir acá o allá, no son tener una casa, un perro, una oficina; son afectos ordenados y definitivos.
5. Visualizar los pasos que vienen, no tanto por ajedrez como por matar la ansiedad. Luego dar todos los pasos que se ven. Todostodostodos.
6. Cuando se sacan los protocolos cotidianos y queda, en un sitio lejano y precario, apenas lo mínimo (techo de carpa, Ber de la mano, sopa de pollo con fideos); cuando en ese estado emerge robusta y potente la felicidad, uno sabe que hay que llegar ahí. Uno sabe que ya está todo, que hay promesas a punto de cumplirse. Y es bueno.
Esop.
1 comment
Andrés says:
Feb 24, 2010
Si no fuera tan indexado, tan insoportablemente ordenadito, tan como lista de supermercado, sería maravilloso. Me cala profundamentamente lo que describes. Me gusta tanto la palabra hondura, la palabra felicidad. Pero más que la palabra me gusta experimentar esa raigambre que florece cuando estamos de vacaciones y -como no- en el sur.
Estoy en el sur, estoy soñando, como siempre. Tratando de responder al punto 2 y 3 y tratando de ordenar el 4 y 5. Bueno, al menos los puntos me ayudan para ordenarme, como si se tratara de una metodología para ser feliz. Pero bueno, quizás ese es mi problema, el desorden. Y los métodos no son más que un orden para conseguir algo que se desea, que no se tiene. Y como dices, uno sabe que hay que llegar ahí, vaya que si.
Un gran abrazo,