1. Parto con una constatación que me viene desde la crianza científica: la experiencia de lo vivo es una experiencia de niveles. Lo orgánico implica distintos niveles de organización y en cada uno de ellos surgen (emergen) propiedades nuevas, funciones peculiares. El hígado es hígado porque tiene células hepáticas, pero es más que simplemente una masa de ellas: de su organización y estructura emerge la función hepática. El hombre es hombre por su hígado, por su corazón, por su cerebro; pero lo es además porque del operar de sus órganos EMERGE su identidad: el fenómeno humano.

2. Lo comunitario es un modo de organización de lo vivo. Emergen en lo comunitario fenómenos que no se dan individualmente y que no son siempre idénticos. Dicho de otro modo, lo comunitario implica una identidad y un dinamismo peculiar, una vocación diversa, una capacidad única: una operación.

3. De la diversidad de personas y comunidades que hay en la CVX/CLC en el mundo, con tan distintas edades, profesiones, culturas, idiomas y vocaciones el alcance de nuestro servicio es inmenso. Pero no es grande por la suma solamente, es grande porque de convivir y compartir la vida de Jesucristo SURGE algo nuevo, un fenómeno comunitario.

4. Y cuando digo esto de la CVX, no lo digo porque le sea una propiedad exclusiva. Al contrario, hablo de lo vivo en general. Al hacerlo, hablo de nuestra iglesia peregrina en la tierra (tierra y Tierra: land y Earth, pero eso da para otro post) y hablo de la humanidad toda. De nuestra vida comunitaria surge algo distinto de nosotros mismos, una VIDA distinta.

5. Todo sociólogo (quizás también los que han estudiado sicología y comunicaciones) estará de acuerdo en que la participación consciente de este sistema con propiedades peculiares se realiza (se hace realidad) en el ámbito simbólico. Lo que hace surgir el orden social es el ajuste mutuo de las expectativas mediante símbolos. ¿En cuáles símbolos se juega el fenómeno comunitario?, más claro: ¿qué interacción humana nos hace participar de la comunidad?, ¿qué actividad nos educa para participar de la vida comunitaria?, ¿qué símbolos, rituales, lenguajes, costumbres nos hacen conscientes de nuestra participación en una VIDA mayor que nuestra individualidad?

6. Admito que esto se juega en varios niveles, como varios son los ámbitos de interacción humana. Algunos creen, con justa suspicacia, que hoy en día el nivel protagonista es el económico. Pero los afectos, la fuerza bruta y el ascendente moral, hacen lo suyo, qué duda cabe. No es lógico que nos convenzan de que el modo privilegiado de inclusión comunitaria es hacer a todos partícipes del sistema económico.

7. La palabra de Jesucristo es revolucionaria, subversiva para nuestro tiempo. Anuncia -era el Evangelio del domingo pasado, ¿no?- buenas noticias para los pobres, libertad a los cautivos, vista para los ciegos. Además afirma que hoy con Él, con su Persona, se cumplen estas promesas. Este discurso inaugural fija una expectativa que va tomando forma para resumirse en el tramo final, marca un camino de testimonio: “Ámense como yo los he amado”. Jesucristo apuesta por el ámbito afectivo: un amor que no se aquieta ni ante la muerte, que pone la mirada en la plenitud del otro y al que todos los seres humanos tienen acceso.

8. El símbolo de este Amor grande y total que penetra en la experiencia humana es Jesucristo haciéndose Pan y Vino. Comemos y bebemos todos de Él para aprender a ser comida para el mundo. “Ámense como yo los he amado”, es “Sean también ustedes mi cuerpo, y hagan lo que yo hago”.

8a. De Casaldáliga:
“Unidos en el Pan, los muchos granos
iremos aprendiendo a ser la unida
Ciudad de Dios, ciudad de los humanos:
comiéndote sabremos ser comida”

8b. Le oigo decir a mi amigo Rodrigo:
“Comulgamos lo que somos,
para llegar a ser lo que comulgamos”

9. La participación de la Eucaristía es subversión ante un mundo que nos impone una interacción limitada a lo económico, reinstala los afectos como un dominio constitutivo de lo humano, subraya el Amor como espacio de plenitud humana, educa el corazón para participar del misterio de la redención: Cristo Jesús, que por amarnos murió, Resucitó de los muertos. Nosotros somos el cuerpo vivo de ese Jesús resucitado.

10. Los alcances de este modo de participar en la vida comunitaria, sabiendo que estamos juntos, que el amor es nuestra clave y que esta comunidad es para todos, son inmensos. Cualquier tarea que la humanidad emprenda junta como un cuerpo descubrirá la potencia de la diversidad y dará fruto abundante para todos. Será una buena noticia para los pobres, para nosotros los pobres.