fMRI de cerebros

Ayer mientras en una amena charla cometíamos la imprudencia y pajaronez de gastarnos una suma ridícula en sushi con unos queridos amigos (que lo sintieron tanto como yo), surgieron 3 ideas que vale la pena dejar por escrito y compartir.

1. Lo verdaderamente fascinante y espiritual de la ciencia es presenciar cómo desde la materia se despliega el fenómeno, cómo de la relación entre elementos materiales surge un dinamismo posible de ser observado, comprendido y atestiguado. Lo que fascina es el aparecer de las cosas.

2. En su búsqueda peculiar, la ciencia se topa con el misterio de la fe en sus límites metodológicos porque quien ejerce la labor científica es una persona humana. El investigador ostenta una moral propia de su acervo cultural y tarde o temprano hallará preguntas cuya respuesta requiere de medios que implican cruzar límites que no está dispuesto a cruzar o que le cuesta forzar, aunque a veces acabe forzándolos. Para el hombre de fe, cualquiera esta sea, su moral está anclada a la trascendencia. Los límites de una moral trascendente tienen consecuencias permanentes para el individuo (siempre los tienen para el entorno, pero no siempre para el individuo) porque su historia no acaba en la finitud de la muerte. Esos límites no se cruzan y serán una barrera natural a la ciencia en tanto actividad humana. Nada más humano que los límites de la propia fe.

3. La ciencia se topa con el misterio de la fe en un segundo aspecto, a mi juicio más interesante y profundo. Además se trata de mi pregunta favorita: ¿cómo desde el sustrato biológico humano emerge la individualidad de lo cognitivo?, ¿cómo surge del cuerpo el “intelecto agente” y cuáles son sus límites?. Y digo que se topan porque mi mirada de neurobiólogo intuye que de la interacción entre los elementos materiales del cerebro y del cuerpo entero SURGE la propia vida, la propia conciencia; intuyo que la vida es CONSECUENCIA de los dinamismos que aparecen en su sustrato material. ¿Y entonces que implica la muerte?, ¿qué cambios ocurren en el estatuto existencial humano cuando la entropía derriba la estructura material que sostiene la individualidad de cada humano?

¿Instala Dios el alma y sopla la vida a través de este mecanismo que aún conocemos tan escasamente?
De lo que estoy seguro es de que lo hace de algún modo.
Y que habría que buscarlo.

(se le agradece a los comensales su estimulante discusión, presencia e incluso airada censura: Benja Donoso sj, Cristóbal Fones sj, Patty Toloza y Daniela Valenzuela.)