Candidatos_presidenciales_Chile_2009

A unos pocos días de las elecciones y con mucho qué hacer, hay infinitas cosas que decir acerca del clima político en Chile. Comenzaré diciendo que me tienen fascinado las posiciones que toman aquellos que se consideran “conservadores” y “liberales”, en tanto polos de un eje político.

Discutiendo el otro día un artículo “liberal”, constataba algo que sospechaba hace tiempo: la gracia de identificarse con el liberalismo es que mires el mundo con el acento puesto en las libertades personales. Algo novedoso en nuestro país en donde las libertades económicas son defendidas por unos y las libertades sociales por otros. Pero y ¿quién sería el candidato del liberalismo?. Ella dice que ME-O. En efecto, Enríquez-Ominami se ha mostrado partidario de legislar en varios puntos que parecen defender directamente las libertades personales en el terreno social (acceso a protección social, no-discriminación, etc.). Claro, también se comporta a ratos como buen progresista de izquierda cuando piensa en enfrentar la delincuencia con educación pública y no con cárceles o cuando se declara continuador del gobierno de la presidenta Bachelet. Cuando uno señala que ME-O ha tratado de legislar sobre casi todo, en todas direcciones e incluso con proyectos contradictorios, gozan argumentando que “está abierto a lo que la gente pueda decir”.

Sin embargo, a mí me queda la impresión de que se trata más de ambigüedad radical que de liberalismo. No podría yo confiar mi voto a los criterios de gobierno de alguien cuyos criterios no conozco. No me basta con que sea joven, no me basta con que venga algo así como “desde fuera”, no creo que vaya a preguntarme nada de lo que haga. Sorry, pero NECESITO SABER.

Un aspecto en que casi todos los candidatos huelen a liberal es el ámbito de lo económico. Sin embargo, aquí se da la más honda de las contradicciones, pues su liberalismo se expresa en la defensa del mercado como un sistema basado en el ejercicio de las libertades personales. Le dicen “neoliberal”. Sospecho que no se han detenido a pensar en que el medio a través del que se ejerce dicha libertad es el capital y que este tiene una distribución desigual. ¿Cómo podría cuidar las libertades personales un sistema que preserva desigualdades en su ejercicio?. Aquí la libertad de los individuos está ponderada por su capital inicial, luego hay un mecanismo de discriminación en el ejercicio de la libertad personal y esto es el capital. ¿Por qué insistir en llamar a este sistema “neoliberal”, si más bien estamos hablando de “neocapitalismo”?. Lo digo de otro modo: nada mejor que la concentración natural del capital para mantener el stato quo de un país desigual. Nada más conservador. Marco es aquí un aliado de Piñera y de Frei en conservar a Chile en el refri no-frost del mercado.

Los conservadores lo saben, su candidato es un experto en mantener su estándar de vida, asegurando sus libertades personales a costa de las de sus empleados. Se sienten a gusto con ese refri. Eventualmente les duele la guata cuando Sebastián Piñera ahora le hace un guiño al conservadurismo clásico y se pliega a la idea de un Estado suficientemente robusto como para dar garantías de protección social. Aquí le refriegan que no confunda conservador con republicano, mira que lo importante es que las cosas sigan así, no que sean de todos.

El republicano de Arrate es puro cambio, pero no les gusta a los conservadores porque su agenda social les remece el piso, no les gusta a los neo-pseudo-liberales porque descubre que son conservadores capitalistas, y cuando les ofrece una agenda en que el mercado está fuertemente intervenido por el Estado no saben qué decir, ¿no protegería eso las libertades personales?. No sé bien por qué no les gusta a los liberales-verdaderos. Quizás porque tiene amigos marxistas, si es que todavía existen. Tal vez porque es el equivalente funcional de la Gladys y de Tomás, aunque yo digo que es más cercano a lo que encarnaba Max-Neef. Chiquillos este gallo no es marxista. Me dirán que explique, ¡ay!, lo de Cuba.

Claro, con Cuba está el problema del afecto, de la emoción por la Revolución. Pero si yo fuera liberal, preferiría tragarme las críticas a Cuba que la dictadura del Mercado. Humirdemente, digo.

Si fuera conservador trataría de meter a Longueira lo más arriba posible en el gobierno para que mantenga a raya a Piñera dentro de la compostura y sin vender ni transar con todos.

Y si fuera Frei me quedaría callado en mi casa, porque aunque sería un presidente mediano, es un candidato macabro. Mira que hoy está entretenida la cosa, pero aparentemente en enero va a haber que ponerze fome.

Fome y malminorista.