Es difícil para mí (iba a poner “imposible”, pero quién sabe) no concebir la realidad como de dos lados, y cuando digo esto no me refiero a los típicos dualismos occidentales de los que de seguro estoy lleno, sino a una cuestión muchísimo más física (libro que viene antes del otro best-seller de A.). Digo, lados de la realidad concreta y corporal, unidos por cordelitos que los sincronizan, o algo así. Lados opuestos del calcetín que muestran derechos y reveses de las mismas costuras. Me acuerdo de H.: “sin embargo, te advierto que estamos cosidos a la misma estrella”, aunque quizás a lo que estamos cosidos es al remiendo de una papa. Me acuerdo de M. y el niño ardiendo en fiebre que transitaba entre este y el otro lado del calcetín, donde las cosas seguían el orden del alfabeto en vez de esta distribución errática a lo Heisemberg.

Es difícil para mí no estar convencido de que estamos sobre una realidad plegada en varias partes, sobre todo cuando veo los hilos de las costuras de uno y otro lado, y me encuentro sincronías y coincidencias, y me parece poder palpar los cordelitos que ven entre un lado y el otro. Y a veces me dan ganas de darle unos tirones, a ver qué pasa. No solamente por si alguien responde (que lo hace), sino por ver si de pronto una inversión, un flip-flop o algún tipo de traslocación me lleva de frente a lo que siempre se me ha escapado, que sé que está allí. Pero dónde, cómo es allí.
No estamos solos.


PD: Se viene un concierto el 9 de agosto, a las 22:00. ¿Un concierto de qué? Déle una oída a estas canciones.