F. hace artesanías y las vende en una feria que también es artesanal, cerca de Bilbao con Tomás Moro. Parece que hace joyas, pero eso no me lo dijo. Me acuerdo de S., que hace anillos, aros y colgantes de plata y oro, a un poco más de tres mil kilómetros de mi casa (y también los hacía a principio de año cuando vino por unos meses). F. es estudiante de algo con arte, S. es artesana-artesana y de la ingeniería civil que empezó a estudiar queda apenas un diferencial. También estoy yo, que llevo toda la tarde haciendo artesanía sonora: inventándome técnicas para que la grabación suene como yo quiero que suene, y comunique algo así como una cosquillita o un tirón en la guata, misma cosa que F. y S. hacen con agujas y con plumas de pájaros colorinches.
La tarde está fresca y yo en el patio interrumpo una artesanía para iniciar otra, carezco de un plan y por eso no soy verdaderamento un artista o artisto, sino apenas un artesano que escribe textos y canciones. No exactamente al mismo tiempo, pero casi.