Hay que andar atento en estos días para no perderse ni un bolsillo de la realidad (que está llena de bolsillos y de costuras), para buscar el disco de la Florencia Lira, para entender la performance de Mostro en el hotel Echaurren en la medianoche de Valparaíso. Para leer los saldos positivos, para escuchar el disco nuevo de Drexler y después escribir, y que verdaderamente el verso sea como una ganzúa para entrar a robar de noche al diccionario a la luz de una linterna sorda como tapia (como muralla, o Tapia como don Hildebrando, de Lago Ranco, que tampoco escuchaba mucho) Hay que andar atento, abiertos los cinco sentidos, los Q.atro gatos, las tres heridas, los dos ejes y uno. Abierto también, arriesgado a morir aplastado, de un ataque de pánico, de tránsito, de lírica. A manos de un lapón, del pensamiento de un lapón, o de una navaja de afeitar. Pero, es cierto, tampoco se puede vivir de otra manera.