Cortázar escribe sobre un escritor que persigue a un escritor y luego termina tanto poniendo sus pasos sobre los de él, que no le es posible distinguirlo. Luego yo pongo deliberadamente pasos sobre los de Cortázar, por si acaso.

Por cada paso hay un espacio curvo a penetrar,
por cada cosa hay otra.

Uno intenta e intenta mantener un espacio de coherencia,
de distancia,
y al final lo único que logra es poner los propios pasos sobre las huellas,
de otros o propias pasadas,
temidas,
pero finalmente nuestros pies solo descifran ese camino.


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