Me parece razonable que cada quien trate de buscar síntesis y verdades personalmente, porque le da identidad a su vida. Uno es lo que elige.

Con lo que yo tendría cuidado es con los nombres que le ponemos a esas síntesis.

Hoy, un ejemplo a propósito de las reacciones ante la liberación de Mehmet Alí Agqa, el tipo que hace más de 20 años le disparó al Papa Wojtyla.

En Las Últimas Noticias viene una entrevista a Coco Pacheco, quien como católico común y silvestre -“no fanático”, según sus palabras-, opina sobre la liberación del turco que casi mató a Juan Pablo II. Pacheco estaba en la Plaza de San pedro ese día y, es más, fue uno de los que agarró a Alí Agqa y lo redujo.
Según él, la multitud debería haberlo linchado ese mismo día, “se nos escapó”, agrega. Cree que un tipo como ese debería haber sido fusilado o condenado a una cadena perpetua efectiva.

Resulta curioso, sin embargo, que Wojtyla lo perdonó e incluso lo visitó en la cárcel. El pidió oficialmente se le concediera el indulto en Italia para que terminara de cumplir una condena pendiente en Turquía y pudiese alguna vez salir de prisión. Eso, cbd products ocurrió el 2000 y esta semana es liberado en Turquía. Lo más probable es que lo mate algún mafioso con cuentas pendientes, la maquinaria que planeó el asesinato al Papa o algún fanático. La mayor parte del clero guarda silencio, Coco Pacheco luce su deseo de venganza. Solamente un obispo cercano a Wojtyla comentó que estaba contento y que lo tenía muy presente en su oración.

Católicos al peo, nazis farsantes disfrazados, traidores asquerosos acomodados en lugares de prestigio. Lo peor es que los hay en todos los credos: la nueva generación de budistas light, de católicos-a-su-manera, de judíos de apellido que con decir que no son ortodoxos se sienten con la libertad de traicionar todos sus principios. Cada quien elija su fórmula y acomódela a su estilo de vida: ¡no! no cambie nada, no es necesario!…sólo busque buenas explicaciones, como quien vende cualquier cosa. Lo importante es que le ponga un nombre para poder decir “soy conservador”, o “defiendo los valores del humanismo cristiano”. Acomódese. Qué bien se está aquí, seguro y calientito dentro de una categoría hecha a la medida.

Lo que más me mata es que no solo se trata de acomodarse, sino que esta iglesia mía, con algunos problemas de personalidad, fluctúa entre la castigadora severa y la madre joven que por hacerse la buena onda se vuelve permisiva. Esa no es la vocación de una madre, por la cresta, una madre se opone a lo que considera equivocado. Sabe que también ella puede equivocarse, pero manifiesta confiada su opinión, porque sabe que es para bien del otro.
Pero no, estamos llenos de católicos que no contentos con acomodarse, seguros y calientitos, andan linterna en mano, acomodando a otros en asientos desocupados, donde podamos estar todos tranquilos mirando en la pantalla gigante la comedia de la realidad.

Mira, Coco Pacheco. No te voy a decir eso de pastelero a tus pasteles, porque tienes todo el derecho a opinar sobre lo que se te ocurra. Tienes derecho a vivir, además, tu vida como te plazca. Pero ¿de dónde sacaste que éso es ser católico? Eso que dice en la prensa no es lo que tu iglesia, mamá y profe, te propone. Cristo mismo es el testimonio de que usted debe confiar y perdonar ante todo. La vida se juega en éso, en confiar. Y con esto juro que no estoy dramatizando, cuando digo que la vida se juega en eso, me refiero a que lo estén apuntando con una bazooca y usted confíe, a que le disparen y usted perdone, a que lo crucifiquen y usted llore de pena, de miedo, capaz que hasta de rabia, pero no de venganza, carajo.

Entiéndase bien. Aquí no se trata de que haya una especie de obligación de ser católicos para ser buenos, se trata de consistencia y de decir las cosas por su verdadero nombre. Mal que mal, Chile tuvo un presidente que siendo ateo también confió, que confió en la ley y no se separó de su puesto hasta que entraron a sacarlo. Los esperó con un casco de minero y una metralleta y le dijo al comandante que subió a buscarlo: “traidor”. Cuando lo mataron (toda la patrulla disparó sobre él y el último milico le destrozó la cara con la culata del fusil) dicen que oyó una voz amistosa que le dijo: “Qué bueno que no te dedicaste a perseguirme, Salvador”

Pacheco no confía, pero eso da lo mismo. El debe pensar que la delincuencia y la violencia se acaban construyendo cárceles. El debe pensar que es mejor matar a un delincuente que matar a un Papa.

Para los que creen que las cárceles deben cambiarse por escuelas y por sueldos para los profes, que los pobres van a dejar de ser pobres y que otro mundo es posible. Confianza.

Veamos cómo nos va.